Estos días estamos viendo como varias especies están poniendo en jaque a las autoridades españolas.
Por un lado la avispa asiática, un insecto con una gran voracidad con la que devora a las abejas, causando daños muy importantes en el sector de la apicultura del norte de España.
Se cree que las avispas asiáticas pudieron llegar en un contenedor de cerámica importada de China a Francia, y desde allí al País Vasco, cada nueva generación de estos individuos se adapta mejor al medio.
El expresidente de los apicultores guipuzcoanos, Julian Urkiola comenta:
“Las avispas aguardan delante de las colmenas y las abejas no se atreven a salir. A las que lo hacen, las capturan en vuelo y se las comen. Debido a la falta de alimento, la abeja reina deja de poner huevos, como debería hacer hasta mediados de noviembre, y las abejas acaban muriendo. Sin nuevos ejemplares que garanticen la supervivencia”, explica. “Todavía hay abejas, pero en invierno mueren. La Unión Europea tiene que empezar a ayudar en la investigación. Aquí varios laboratorios están ya trabajando y el ministerio también, pero no hay ningún resultado efectivo”
Otro insecto que también procede de allí, es el mosquito tigre que se extiende desde Cataluña viajando en las tapicerías de los vehículos. Es una especie invasora procedente del sudeste asiático.
Un ejemplo de cómo es posible que unos insectos que “solo pueden volar 500 m” hayan llegado a nuestras casas, los cargamentos de neumáticos que vienen desde el sudeste asiático a Europa viaja una hembra que ha puesto huevos en ese agua. Agua que puede secarse, pero los huevos aguantan un tiempo hasta que se convierten en larvas, luego pupas y finalmente mosquitos y se cierra el ciclo. Si se dan las condiciones para que nazcan esos insectos (básicamente una temperatura cálida y agua), se establecen en un nuevo territorio.